- Mar Abr 08, 2008 06:57
#57228
En los último días ha habido mucha propaganda en contra de los juegos olímpicos y de un posible boicot . He aquí antecedentes de éste problema:
El libro La guerra secreta de la CIA en el Tíbet, de Kenneth Conboy —University Press, de Kansas—, se describe la sucia entraña de la conspiración. William Leary lo define como "un estudio excelente e impresionante sobre una de las operaciones secretas de la CIA más importantes durante la guerra fría".
En el curso de dos siglos, ni un solo país en el mundo había reconocido el Tíbet como nación independiente. Lo consideraban parte integrante de China. En 1950 India lo conceptuaba de esa forma, después del triunfo de la revolución comunista. Inglaterra adoptó la misma conducta. Estados Unidos hasta la Segunda Guerra Mundial lo consideraba parte de China, e incluso presionaba a Inglaterra en ese sentido. Tras la guerra, en cambio, lo vieron como un baluarte religioso contra el comunismo.
Cuando la República Popular China aplicó la reforma agraria en los territorios tibetanos, su élite social no aceptó que sus propiedades e intereses fuesen afectados. Esto condujo a un levantamiento armado en 1959. La rebelión armada en el Tíbet —a diferencia de la de Guatemala, Cuba y otros países, donde actuaron con apremio— fue preparada durante años por los servicios secretos de Estados Unidos, según consta en las investigaciones mencionadas anteriormente.
Otro libro —que es apologético en este caso de la CIA—, Los guerreros de Buda, cuyo autor es Mikel Dunshun, cuenta cómo la institución llevó a cientos de tibetanos a Estados Unidos, condujo la rebelión, la equipó, envió paracaídas con armamentos, los formó en la utilización de los mismos, a la vez que se movían a caballo, como lo hacían los guerrilleros árabes. El prólogo de la obra fue redactado por el Dalai-Lama, quien expresa: "Aunque tenga el profundo sentimiento de que la lucha de los tibetanos sólo podrá triunfar por un enfoque a largo plazo utilizando medios pacíficos, siempre he admirado a estos combatientes de la libertad por su valor y su determinación inquebrantables".
El Dalai-Lama, condecorado con la Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos, alabó a George W. Bush por sus esfuerzos en favor de la libertad, la democracia y los derechos humanos.
La guerra en Afganistán fue calificada por el Dalai-Lama como "una liberación", la guerra de Corea como "semiliberación" y la de Viet Nam como "un fracaso".
Hay personas que padecen de chino-fobia, un hábito bastante generalizado en muchos occidentales, acostumbrados, por educación y cultura diferentes, a mirar con desprecio lo que viene de China.
Era yo niño prácticamente, cuando ya se hablaba del "peligro amarillo". La revolución china parecía entonces un imposible; las causas verdaderas del espíritu antichino eran en el fondo racistas.
¿Por qué tanto se empeña el imperialismo en someter a China, de forma directa o indirecta, a un desgaste internacional?
Antaño, es decir, hace 50 años, para negarle las prerrogativas heroicamente ganadas como miembro pleno del Consejo de Seguridad; después, con motivo de los errores que condujeron a las protestas de Tiananmen, donde se endiosaba a la Estatua de la Libertad, símbolo de un imperio que es hoy la negación de todas las libertades.
La legislación de la República Popular China se esmeró en la proclamación y aplicación del respeto al derecho y a la cultura de 55 minorías étnicas.
La República Popular China, a la vez, es sumamente sensible a todo lo que se relaciona con la integridad de su territorio.
La campaña orquestada contra China es como un toque de clarín llamando a degüello para deslucir el merecido éxito del país y su pueblo como anfitriones de los próximos Juegos Olímpicos.
El Gobierno de Cuba emitió una declaración categórica de apoyo a China respecto a la campaña contra ella vinculada al Tíbet. Fue correcta esa posición. China respeta el derecho de los ciudadanos a creer o no creer. Hay, en ese país, grupos de creyentes musulmanes, cristianos católicos y no católicos y de otras creencias, y decenas de minorías étnicas, cuyos derechos están garantizados en su Constitución.
En nuestro Partido Comunista, la religión no es obstáculo para ser militante.
Respeto el derecho a creer del Dalai-Lama, pero no estoy obligado a creer en el Dalai-Lama.
Tengo muchas razones para creer en la victoria china.
reflexiones del compañero FIDEL.
El libro La guerra secreta de la CIA en el Tíbet, de Kenneth Conboy —University Press, de Kansas—, se describe la sucia entraña de la conspiración. William Leary lo define como "un estudio excelente e impresionante sobre una de las operaciones secretas de la CIA más importantes durante la guerra fría".
En el curso de dos siglos, ni un solo país en el mundo había reconocido el Tíbet como nación independiente. Lo consideraban parte integrante de China. En 1950 India lo conceptuaba de esa forma, después del triunfo de la revolución comunista. Inglaterra adoptó la misma conducta. Estados Unidos hasta la Segunda Guerra Mundial lo consideraba parte de China, e incluso presionaba a Inglaterra en ese sentido. Tras la guerra, en cambio, lo vieron como un baluarte religioso contra el comunismo.
Cuando la República Popular China aplicó la reforma agraria en los territorios tibetanos, su élite social no aceptó que sus propiedades e intereses fuesen afectados. Esto condujo a un levantamiento armado en 1959. La rebelión armada en el Tíbet —a diferencia de la de Guatemala, Cuba y otros países, donde actuaron con apremio— fue preparada durante años por los servicios secretos de Estados Unidos, según consta en las investigaciones mencionadas anteriormente.
Otro libro —que es apologético en este caso de la CIA—, Los guerreros de Buda, cuyo autor es Mikel Dunshun, cuenta cómo la institución llevó a cientos de tibetanos a Estados Unidos, condujo la rebelión, la equipó, envió paracaídas con armamentos, los formó en la utilización de los mismos, a la vez que se movían a caballo, como lo hacían los guerrilleros árabes. El prólogo de la obra fue redactado por el Dalai-Lama, quien expresa: "Aunque tenga el profundo sentimiento de que la lucha de los tibetanos sólo podrá triunfar por un enfoque a largo plazo utilizando medios pacíficos, siempre he admirado a estos combatientes de la libertad por su valor y su determinación inquebrantables".
El Dalai-Lama, condecorado con la Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos, alabó a George W. Bush por sus esfuerzos en favor de la libertad, la democracia y los derechos humanos.
La guerra en Afganistán fue calificada por el Dalai-Lama como "una liberación", la guerra de Corea como "semiliberación" y la de Viet Nam como "un fracaso".
Hay personas que padecen de chino-fobia, un hábito bastante generalizado en muchos occidentales, acostumbrados, por educación y cultura diferentes, a mirar con desprecio lo que viene de China.
Era yo niño prácticamente, cuando ya se hablaba del "peligro amarillo". La revolución china parecía entonces un imposible; las causas verdaderas del espíritu antichino eran en el fondo racistas.
¿Por qué tanto se empeña el imperialismo en someter a China, de forma directa o indirecta, a un desgaste internacional?
Antaño, es decir, hace 50 años, para negarle las prerrogativas heroicamente ganadas como miembro pleno del Consejo de Seguridad; después, con motivo de los errores que condujeron a las protestas de Tiananmen, donde se endiosaba a la Estatua de la Libertad, símbolo de un imperio que es hoy la negación de todas las libertades.
La legislación de la República Popular China se esmeró en la proclamación y aplicación del respeto al derecho y a la cultura de 55 minorías étnicas.
La República Popular China, a la vez, es sumamente sensible a todo lo que se relaciona con la integridad de su territorio.
La campaña orquestada contra China es como un toque de clarín llamando a degüello para deslucir el merecido éxito del país y su pueblo como anfitriones de los próximos Juegos Olímpicos.
El Gobierno de Cuba emitió una declaración categórica de apoyo a China respecto a la campaña contra ella vinculada al Tíbet. Fue correcta esa posición. China respeta el derecho de los ciudadanos a creer o no creer. Hay, en ese país, grupos de creyentes musulmanes, cristianos católicos y no católicos y de otras creencias, y decenas de minorías étnicas, cuyos derechos están garantizados en su Constitución.
En nuestro Partido Comunista, la religión no es obstáculo para ser militante.
Respeto el derecho a creer del Dalai-Lama, pero no estoy obligado a creer en el Dalai-Lama.
Tengo muchas razones para creer en la victoria china.
reflexiones del compañero FIDEL.
Última edición por ghost dog el Mar Abr 08, 2008 19:51, editado 1 vez en total.
*** all power to the people ***
*** the struggle continues ***
***revolutionary but gangsta***
*** i'm a souljah ***
panther (la película)
viewtopic.php?f=3&t=4905
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